viernes, 23 de marzo de 2007

Fiesta en Urundaiti








FOTOS.
1.- Galpon para el molino
2.- Niños bailando danza guaraní.
3.- Niñas con traje guaraní
4.- Niños de la escuela

Hoy, después de más de tres de espera, he vuelto a reunirme con los compañeros guaraníes en su casa, entre chacos de maíz, música y chicha, hoy he vuelto a Urundaiti, una comunidad muy especial para mí.

En diciembre, una semana antes de volverme a Pamplona, fui un día a entregar unos rollos de alambre con otro compañero, a última hora de la tarde (el día se nos había hecho corto).

Nos reunimos con algunas mujeres en la casa de Doña Clementina, ya que los hombres estaban trabajando en el campo.

Un par de mates tomados entre charla y charla hizo que se nos viniera la noche encima, lo que hizo que los compañeros que estaban trabajando volvieran a la comunidad.

Acompañada por la confusión que puede provocar en ocasiones la oscuridad de la noche, de pronto me ví rodeada de una multitud de gente que nos rodeó a mi compañero y a mí hablando todos a la vez un tanto exaltados.

No entendía bien qué pasaba y por qué a esas horas de la noche se había agrupado tanta gente y me hablaban de fotos, recuerdos, comida o chicha.

Finalmente el Mburubicha, o capitán (dirigente de la comunidad) me explicó, que había oído en Camiri que me volvía a Pamplona, que se había reunido con el resto de la comunidad y habían decidido que querían que fuera un día para sacarles fotos. “No queremos que nunca se olvide de nosotros, así que hemos pensado que nos lleve de recuerdo en su maquina de fotos”. Yo les expliqué que en un mes estaba de vuelta pero no terminaron de creérselo así que les prometí que antes de irme iba a ir a pasar un día con ellos y hacer todas las fotos que hiciera falta. (Aunque como dice Miguel desde Sunyani, eso te traiga a la memoria los “guiris” de Sanfermines).

Trabajos de última hora que surgieron en el último momento hicieron que no pudiera asistir a mi prometida cita a regalarles los flash de mi cámara, y el mes de vuelta se convirtió en 90 días... Tenía una deuda importante con esa gente.

Hoy Urundaiti estaba de fiesta, se celebra el 48 aniversario de la escuela, y había actividades festivas durante todo el día; entre ellas la entrega oficial del molino de grano destinado al desgranado y procesamiento que aportó el proyecto el año pasado.

Para moler maiz normalmente utilizan el takú, herramienta tradicional que demanda mucho esfuerzo, sobre todo de las mujeres que son las encargadas de realizar este trabajo, ya que no cuentan con recursos económicos para utilizar el servicio de molinos de Camiri. Por otra parte, los grandes esfuerzos que hacen las familias guaraníes para mejorar la producción de sus diferentes subsistemas productivos, demandan con urgencia la incorporación de nuevas técnicas que faciliten el proceso de transformación de la producción en general, ya que esto implica sacar una variedad de productos y subproductos con mejor calidad, presentación y precios al mercado local.

La invitación oficial recibida para participar en el acto de entrega, me ha servido de excusa para reencontrarme con la “ingeniera que hace tres meses se fue de Bolivia” y para saldar en parte una deuda que tenía pendiente.
Y la verdad que el reencuentro ha sido algo grande; esas sensaciones que no se pueden explicar bien con palabras, pero que te hacen sentir que el estrés que se vive para llegar al plazo de los financiadores, las odiseas que hay que hacer a veces para conseguir los documentos bancarios del tipo de cambio o los malabarismos que hay que hacer con las justificaciones económicas valgan la pena.








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